Las palabras «conflicto» y «crisis» no siempre significan que el personaje principal deba hacer frente a cuestiones de vida o muerte. De hecho, en muchas de las grandes historias de la literatura universal no hallamos demasiada acción en términos objetivos: pero toda obra de calidad contiene una resistencia y un momento de revelación, y si no se es capaz de transmitir de manera interesante el sufrimiento del personaje, no despertará ni la atención ni la compasión del lector.
Ayudémonos con un sencillo cuestionario para determinar nuestros momentos de conflicto, crisis y resolución:
· ¿Tienes claro cuál es el conflicto principal que deseas transmitir?
· ¿Es un tipo de conflicto que desafía al protagonista, a otros personajes, a una comunidad, al narrador, o el estilo de la obra es un desafío en sí mismo?
· ¿Crees que el conflicto suscita simpatía hacia el protagonista? ¿El/La lector/a se «pone de su parte»?
· ¿El conflicto principal conduce a un momento álgido de crisis, o es un conflicto irresoluble y, por lo tanto, no conduce a ninguna parte?
· ¿Crees que el momento de crisis tendrá un gran impacto en quien lea?
· ¿Esa crisis plantea al/a protagonista una situación en la que puede perderlo o ganarlo todo?
· ¿Consideras que la resolución a esa crisis plantea un final justo y coherente con el resto de la historia?
· ¿La resolución responde a las preguntas que se realiza todo/a lector/a acerca del/a protagonista y su evolución?
· ¿Crees que la resolución de tu historia dejará pensativos a tus lectore/as?
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No puede existir un momento dramático sin un roce de energías diametralmente opuestas que conforman el conflicto de tu historia. Y sin dramatismo, muchos lectores pierden el interés por seguir leyendo. Incluso la escritura más pausada y lírica se queda desnuda sin las fuerzas en liza del objetivo y el obstáculo. Resultan aún más elementales que las figuras del protagonista y el antagonista, porque el objetivo y el obstáculo se refieren a cualquier tipo de fuerza (física, emocional o psicológica) que mantiene vivo el motor del conflicto.
Estos dos elementos [objetivo y obstáculo] conforman una especie de balancín, y funcionan mejor cuando los dos tienen el mismo peso dentro de la historia, pero se sitúan en polos opuestos del arco del conflicto. Si uno de los dos es demasiado fuerte o débil, el desenlace se anticipará a mitad de camino, y el lector perderá interés.
El argumento de una historia es altamente convincente cuando la tensión narrativa se transmite con claridad, por lo tanto, hay que evitar las escenas que generen conflictos abiertamente ambiguos, es decir, donde no se sepa qué tipo de obstáculo o enfrentamiento se plantea, cuáles son los personajes implicados, o qué se necesita (o debe averiguarse) para resolverlo. Algunos escritores pretenden crear ambigüedad para añadir interés a su relato, aunque aquí hay que ser más cuidadosos: la incertidumbre y la duda deben referirse a las distintas interpretaciones a las que puede dar pie una situación. Pero esa falta de claridad nunca puede ser a costa de la intencionalidad del conflicto: la tensión argumental y de los personajes debe ser evidentes para el lector. [...]
Un error común a la hora de reflexionar sobre nuestro conflicto de base y la mayor forma de desarrollarlo es pensar en conflictos poco creíbles o tópicos. Otros errores habituales son presentar varios conflictos menores que diluyen el momento álgido de tensión, presentar ese clímax demasiado tarde o temprano, o que su resolución no guarde la cohesión causa-efecto con los antecedentes que llevan a este desenlace.
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Tipología del conflicto:
· ¿Qué personajes o personajes se oponen al protagonista en la persecución de sus mismos objetivos? Recordemos dos reglas de oro: toda tensión alberga un objetivo y obstáculo; ambos tienen el mismo peso dentro de la historia pero se sitúan en polos opuestos.
· ¿A qué fuerzas de la naturaleza o del destino - fuerzas fuera de su control - se enfrenta el protagonista, si es que hay alguna?
· ¿A qué fuerzas sociales se enfrenta el protagonista, si es el caso?
· ¿A qué obstáculos personales debe hacer frente?
· Pueden referirse a una tensión psicológica consigo mismo o intrapersonal.
· ¿Cuál de las dos fuerzas en oposición prevalece en los esfuerzos del protagonista por alcanzar su objetivo?
La respuesta a esta última pregunta te aportará la clave del tipo de conflicto central que tienes en mente.
Tomado de: Carme Font, Cómo diseñar el conflicto narrativo. Claves para comprender y encauzar la tensión literaria. Alba, 2009. 36-41