Un poema sobre la poesía




Perlas
Piedad Bonnett (Colombia, 1951)

Como el molusco

los poetas tenemos una belleza extraña,

que atrae y que repugna.

Nos gusta el fondo amargo de las aguas,

y en las profundidades vivimos, respiramos,

escondidos debajo de las conchas calcáreas

y a menudo aferrados a las piedras.

Cada tanto,

un elemento extraño nos invade,

se enquista en nuestra entraña

y comienza a crecer.

Una hermosa señal de que no estamos solos,

de que somos del mundo, para el mundo.

Amamos esa masa que crece en nuestros vientres,

que se hace dura y bella a expensas de lo blando.

La cerrazón asfixia, sin embargo.

Por eso nos abrimos y expulsamos

esas íntimas lágrimas,

casi siempre imperfectas.

Lo oscuro pare luz, y eso consuela.

Explicaciones no pedidas (2011)